Hay 13 señales para reconocer las relaciones tóxicas y la lectura de este artículo te dará 3 consejos muy útiles para protegerte de las «relaciones tóxicas». ¡Lee y comparte!
Relaciones tóxicas: ¿cómo reconocerlas?
Las relaciones tóxicas existen en el amor, en la amistad, en el trabajo. Se les llama tóxicos porque son relaciones que nos envenenan.
Nos hacen sufrir, pero de los que es difícil librarnos.
Lo primero que debe hacer es aprender a reconocerlos y luego protegerse.
Según el diccionario, «tóxico» significa algo dañino para el cuerpo, ya sea una sustancia, un producto … ¡una relación humana!
Una «relación tóxica» es una relación en la que al menos uno de los dos protagonistas se siente mal, desde dolencias sin explicación aparente hasta síntomas físicos reales.
Este no es un conflicto abierto o un desacuerdo que podamos reconocer fácilmente, sino algo más profundo que se ha manifestado gradualmente a lo largo de los años.
Estos lazos envenenan, cansan, absorben toda la energía, te hacen sufrir, son fuente de angustia.
Nos amenazan, pero no nos sentimos libres de cortarlos.
Las personas que son víctimas de relaciones tóxicas tienen la impresión de no ser ellas mismas en presencia de la otra persona, viven desconectadas de sus emociones y de su yo más profundo. A menudo están tristes, insatisfechos, frustrados.
13 señales que deben alertarnos
¿Cómo reconocer una relación tóxica?
Señales que nos pueden ayudar:
- Sentirse mal
- Sensación de no poder ser tú mismo
- Sensación de tener que esforzarse siempre
- Tristeza, Depresión
- Clima caracterizado por violencia psicológica y / o física
- Falta de reciprocidad
- Sensación de estar «encarcelado»
- Dependencia, la idea de no poder vivir sin el Otro
- Miedo a decepcionar al Otro
- Miedo a poner la palabra «fin» al vínculo
- Sentimiento de culpa
- Relación de fuerza (desequilibrada en tu contra)
- Violencia verbal diaria
Relaciones tóxicas – Heridas no curadas
¿Cuál es el origen de estas dolorosas relaciones?
Las dos personas que crean una relación tóxica aún no han podido curar sus heridas más antiguas, relacionadas con su infancia.
Son personas «sanas», cuya relación se ha vuelto «tóxica»
Las relaciones humanas no se crean por casualidad: siempre atraemos a personas que nos devuelven algo de nosotros mismos.
Pero si ninguno de los dos quiere hacerse cargo de sus problemas, se crea un nudo en la relación. ¿Resultado?
Proyectamos nuestras dolencias en la otra persona, lo hacemos responsable y esperamos que nos cure.
Tomemos el caso de una mujer que sufrió en la infancia por no ser una prioridad para su padre. De adulta, en pareja, le reprocha a su marido que nunca esté presente. Desde su punto de vista, el marido responde mal a los reproches de su esposa porque ella le recuerda con sus actitudes la falta de libertad vivida en la infancia.
Resultado: el marido se vuelve cada vez más esquivo hasta el punto de cuestionar el vínculo amoroso.
Su relación se volvió tóxica porque ambos se quedaron atrapados en un engranaje que no les permitió evolucionar, cuestionarse a sí mismos.
La única solución posible es un camino individual para evitar proyectar escenas del pasado sobre el otro.
Pero las relaciones tóxicas no se tratan solo de parejas.
Puede que nos cueste dejar un padre, una madre, un hermano o una hermana, pero también un amigo, un trabajo …
¿Quiénes son las “Personas Tóxicas” y cómo reconocerlas?
Es necesario distinguir una relación tóxica nacida de dos personas «sanas», de personas tóxicas o personas que muestran un comportamiento malvado con todos y que nunca cambiarán.
Una persona tóxica envenena nuestra vida, tiene gestos negativos hacia nosotros, no se alegra de nuestros éxitos.
Siembra discordia en nuestra vida, es una persona inestable e ignora el sufrimiento de los demás.
¿Su característica? Es incapaz de cuestionarse a sí mismo, de reconocer sus errores. Pasa de la adulación a los celos, utiliza la violencia psicológica, verbal y, en ocasiones, incluso física.
Un ejemplo de persona tóxica es un alcohólico que no admite ser tóxico. Un alcohólico al que nunca pudimos curar, que nunca admitirá su enfermedad, que usará la negación todo el tiempo.
¡Solo él podrá sanar, pero solo si elige hacer un trabajo en sí mismo para cambiar!
Una relación tóxica puede sanar gracias al trabajo individual de los dos protagonistas, frente a una persona que no quiere cambiar y que en consecuencia nunca cambiará, la única conducta a adoptar es poner cierta distancia entre él y nosotros.
Si no es posible la evolución y el cambio y el sufrimiento está presente, ¡la distancia es la única forma de protegerse!
Incluso si es nuestra madre, nuestro hijo, nuestro esposo / pareja, tenemos derecho a protegernos.
Nunca debemos permanecer en una relación con una persona tóxica que no quiere cambiar, por el bien de los niños, para preservar el vínculo sagrado de la familia o para evitar el riesgo de que el otro sea lastimado.
Relaciones tóxicas – Miedo a despedirse
El miedo a la soledad a veces se usa para justificar la permanencia en una relación con una persona tóxica.
Detrás de este miedo se esconde a menudo una baja autoestima.
Por tanto, es necesario trabajar en uno mismo para aprender a amarse y protegerse.
Uno tiene que trabajar en sus vínculos de apego.
De hecho, se reconoce que el vínculo de apego en la infancia a menudo determina los lazos de apego futuros.
Si el estilo de apego en la infancia no era seguro, somos propensos a repetir vínculos tóxicos e inseguros en la vida adulta.
Necesitamos trabajar sobre nosotros mismos, hacer un trabajo introspectivo para comprender cómo las heridas de la infancia afectan nuestra vida adulta e identificar cuál es nuestra parte de responsabilidad en el escenario relacional que nos hace sufrir.
Relaciones tóxicas – 3 consejos prácticos
Aquí tienes 3 consejos prácticos para evitar caer en la trampa de una persona tóxica.
- Al escuchar lo que oímos en su presencia, debemos creer en nuestras intuiciones primarias «viscerales»: nuestra pequeña voz interior a menudo da buenos consejos, ¡debemos confiar en ella!
- Esté atento al comportamiento de los demás: debemos desconfiar de los que pasan de la adulación al enfado, de los que manifiestan comportamientos llevados al exceso.
- Tomarse el tiempo para conocer a la otra persona: antes de que se otorgue la confianza, es necesario realizar pequeños controles que se retrasan en el tiempo. No nos precipitamos a los brazos de una persona que nos llena de atención, de palabras amables y que reclama una relación de exclusividad creando un vacío a nuestro alrededor. El riesgo es bajar la guardia y no prestar atención a las señales de advertencia. ¡Un tiempo de observación nos permitirá aprender más sobre quiénes somos y protegernos de una relación que podría hacernos más daño que bien!
Si necesitas ayuda estaremos encantados de poder ayudarte.
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