Como psicólogos de pareja en Málaga me pregunto: ¿Tiene sentido en nuestra época escribir sobre el amor? El hombre contemporáneo liberado de las cadenas de la miseria, al menos en Occidente, parece ser objeto de una nueva esclavitud: estar sin deseos y condenado a perseguir un goce aplastado por el consumo compulsivo y perpetuamente insatisfecho. Persigue el sueño de realizarse en la estabilidad y riqueza de los afectos, pero al mismo tiempo parece temeroso de verse enredado en relaciones estables, por no decir definitivas, ya que teme que esta condición pueda paradójicamente limitar la libertad de establecer nuevos, relaciones más satisfactorias.
Por complejo que sea el tema del amor, es uno de los aspectos cruciales de la existencia humana. La «enfermedad del amor» nos aflige, muchas veces es fuente de sufrimiento, de ajedrez relacional en los hechos concretos de la vida, un sentimiento en cierto modo arriesgado, una ilusión que, sin embargo, todos esperamos que, al menos una vez, se convierta en algo serio. Quizás más que un amor «maligno» representa nuestra condición humana, nos habla de nuestra indefinición y de nuestro devenir a través del encuentro con el otro, motor vital y potencial de la energía.
Gran parte de nuestro trabajo como psicólogos de pareja en Málaga lo dedicamos a escuchar las historias de amor de nuestros pacientes, que a menudo son infelices. Hay muchas formas de pensar y vivir el objeto del amor. Hay amores en los que el otro representa sólo una satisfacción de la necesidad de consuelo o posesión, vivida como un ser no separado de quienes lo aman, sino sólo como un reflejo de sí mismo y de su propio mundo antiguo. Hay amores imposibles, inalcanzables y -aunque el don del amor no garantiza la reciprocidad y para ser verdaderamente tal no debe esperar la restitución- representan verdaderas torturas de Tántalo de las que no es posible desprenderse. Relaciones en las que uno se enreda con estas presencias virtuales incapaces de ofrecernos un reconocimiento, anhelado en la soledad de la mente en un refugio autoerótico.
Hay amores que entran en conflicto con la aspiración de encontrar la propia autodeterminación, de nacer como una persona cuya renuncia a la seguridad puede significar una búsqueda de la libertad que tienta, pero al mismo tiempo aterroriza.
El amor es un sentimiento primario presente en cada persona, al menos como potencial. Se trata de poder descubrirlo, reinventarlo, incrementarlo. Muy a menudo, no haberse sentido suficientemente amado, vivir como un fracasado, indigno, interfiere e inhibe esta capacidad y luego se necesitan buenos compañeros para revivir, revitalizar una semilla que se ha vuelto frágil o rota.
Uno de los objetivos del trabajo terapéutico es aprender a amar o quizás más a menudo aprender a dejarse amar, poder acoger un amor que está preso en el pasado para transformarlo en amor para una nueva relación.
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Casaleiz Psicología